aire

quieto el aire

encerrado en las costillas

borrón de pájaros el cielo

entre los labios

ardor y espinas

Toda esta vida
ahora
polvo blanco en las manos nariz
tráquea
pulmones
papel ajado madera en
descomposición
toda esa vida cenizas
y puntos cardinales
árboles como signos irrecuperables
manos temblorosas
vuelo de pájaros
llegados de la sombra llegados con la
sombra
llegados para la sombra

y regresaré a la costumbre

una casa despierta y ajena
congelada en la espera

la última noche callado avancé
hasta la negación del recuerdo
hasta la imposibilidad del recuerdo
hasta el lugar del mercurio
hasta las palomas de filo mellado
hasta el mar y la escarcha
hasta el saber sin retorno
hasta la tortuga impasible
por el cielo hacia occidente

la casa sentida en el colmillo ajeno

callar bajo tierra

habitar la idea del muro

(era esto llegar)

palomas afiladas en el océano interior

llegadas de lo eterno

donde nada ya te alcanza

 el mar helado te habita

cualquier hora es el filo

la herida es la sustancia

dulzura extrema de un grito

gélida celebración de nada

Todo caído afuera. El temblor, el tañido, el estallido, el rumor, el silencio, la luz, la penumbra caídos. Ya no ser nada sin orden, sin esperanza de orden, sin esperanza de tiempo, de cordura, de simetría. Todo caído. La seguridad caída, la fragilidad caída, el espectáculo caído, la razón caída, la frontera caída. Todo escombros, hechizo, disolución. Corrientes granulares, cuentas de cristal, versos, música de cámara, ciervos, oleaje, danza de los muertos, decadencia pixelada, tic tac de los relojes digitales, restallar de cañerías, habitaciones inundadas. Relámpago en el laberinto, besos afilados de la asfixia, la única salida es hacia adentro.

fantasma para nadie

cerco de una taza desaparecida de la mesa
de donde nunca se movió

apenas ausencia

feliz

es oscuro

en 

la

noche